Esta mañana temprano, tenía un dolor de espalda debilitante mientras intentaba levantarme de la cama y pensamientos terribles me asaltaron la mente:
¡No voy a poder trabajar! ¡No podré terminar este proyecto! ¡¿Qué voy a hacer?!?!
Y luego, Dios me mostró algo DESAGRADO. Técnicamente, fue ALGUIEN desagradable. Era La Boca de Sauron, de la última película de El Señor de los Anillos, El Retorno del Rey. Aquí está la escena, de la edición extendida:
En esta escena, Aragon y compañía van a la Puerta Negra para exigirle a Sauron que abandone estas tierras, y Sauron envía a su propio emisario en respuesta, el vil Boca de Sauron. La Boca procede a burlarse de ellos arrojándoles la cota de malla de mithril de Frodo y diciéndoles cuánto había sufrido Frodo bajo la tortura.
Excepto que, en el mejor de los casos, era una verdad a medias. Era el abrigo de Frodo, pero no estaba muerto ni torturado. Era una MENTIRA, contada para causarles dolor y consternación.
Consejo profesional: ¡¡¡EL ENEMIGO TE MENTIRA!!!
En la película, Aragón se negó a seguir escuchando las mentiras y las cortó mediante "negociaciones agresivas" (broma de Star Wars). Luego él, él y sus amigos volvieron al trabajo.
Y esa debe ser nuestra respuesta cuando el Enemigo comience a mentirnos. Reconócelo como mentira, Reprende al enemigo (Santiago 4:7-8), y vuelve a hacer lo que Dios nos ha llamado a hacer.
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